Comencé a asistir a clases de guitarra en el colegio durante el curso 1975-76, pero no aprendí absolutamente nada, no puse el más mínimo interés en aquella clase, pero al comenzar el siguiente curso (como contaba en el post anterior) apareció en clase una chica que hice que pusiera mucho interés, además, un nuevo profesor, del que no quiero olvidarme, ya que él me enseñó la gran mayoría de los conocimientos de guitarra que tengo en la actualidad, su nombre era Ángel Serna. Fue durante los cursos 1976-77 y 1977-78 cuando todo cambió, empecé a dominar (dentro de mis posibilidades, claro) el instrumento y a apoyarme en la guitarra para transmitir sentimientos y emociones.
A finales de 1976 comencé a poner música a las Rimas de Bécquer, algo que estuve haciendo durante un par de años, también musiqué a Góngora, a Quevedo, a Garcilaso, incluso un poco más tarde a Salvador Spríu.
Por aquel tiempo yo no conocía a Paco Ibáñez y apenas había escuchado nada de música de autor, es más, Serrat me parecía un tipo aburrido, pero aquellos poemas que musicaba, ya empezaban a sonar a cantautor, sin saberlo, pero sonaban.
Fue en las navidades de 1977 cuando en un festival del colegio me subí por primera vez a un escenario a interpretar una canción a la que yo había puesto música (había subido varias veces a escenarios, pero siempre a interpretar cosas de otros). Fue junto a un compañero, José Manuel Corral (al que perdí la pista hace más de 25 años)
con el que canté la Rima III
Había ido yendo de Rima en Rima, de poema en poema, de poeta en poeta, cuando en una clase de música, a comienzos de 1978, apareció en clase un compañero con un disco de un cantautor, concretamente de Lluis Llach, un cantautor catalán, "Barcelona, Gener-1976" era el disco. Me pareció una maravilla, aquello sonaba exactamente como me gustaría que sonase lo que yo hacía, así que le pedí prestado el disco a aquel compañero, del que tampoco me quiero olvidar, Enrique Bilbao, que era buen amigo, de los de mi círculo cercano y al que también le perdí la pista hace muchos años.
Estuve con el disco en mi poder durante bastantes meses, como él quería volver a escucharlo, ya desesperado (porque me gustaba tanto que no se lo quería devolver) me ofreció que si se lo devolvía, me prestaría otro disco de Llach, algo a lo que accedí. Aquel segundo disco era el "Campanades a morts", un disco mítico que ya me marcó definitivamente. Al terminar aquel curso, ya me había comprado los 8 discos que tenía Lluís Llach editado hasta aquel momento. Hasta hoy.
domingo, 31 de mayo de 2009
sábado, 30 de mayo de 2009
Puedo ver
Aún recuerdo la primera vez que entró por la puerta en clase de guitarra, era el mes de Octubre de 1976. Yo había estado perdiendo el tiempo en aquella clase durante algo más de un año, en el que no había aprendido absolutamente nada, pero fue al verla a ella con su permanente sonrisa cuando empecé a tener interés en que dieran las 5 de la tarde de los martes y los jueves.
Durante el siguiente año aprendí casi todo lo que sé de guitarra, jamás había puesto antes tanto interés en ninguna otra cosa, como hice por intentar destacar para ella entre aquel nutrido grupo de alumnos.
La tarea fue dura, pero conseguí que se fijara en mí. Después de un año de miradas y sonrisas, sin apenas habernos intercambiado una sola frase, una tarde del mes de Noviembre de 1977 nos besamos por primera vez, de la manera que se dan los primeros besos, con la timidez y la intensidad propias de aquella edad. Yo tenía 14 años y a ella le faltaban tres meses para cumplir los 13.
La última vez que hablamos fue tomando una cerveza años después, me contó que se había quedado embarazada y que había estado coqueteando con la mala vida, pero que por su hijo todo iba a cambiar, que estaba muy contenta y con ilusión por el futuro, se había ido a vivir fuera de Madrid. Hubo una siguiente vez, cuando nos cruzamos por la calle, ella ya con el carrito del niño y con sus padres, nos cruzamos una larga mirada durante algo más de un minuto, pero no nos hablamos, me imagino que seguía sin caerle bien a su padre y ella trató de evitar el encuentro.
La semana pasada, su hermano (un año menor que ella) apareció ante mis ojos en el “Facebook”, en cuanto me vió me añadió a la lista de amigos. Abrimos un chat, nos saludamos y le comenté que no sabía nada de su familia desde que hace unos 25 años me encontré con su hermana. “¿Qué hermana?”, me preguntó, “¡cual va a ser, Marisa!” le dije, a lo que me respondió “falleció en 1991”.
Han pasado 18 años desde que ella se marchó, poco antes de cumplir los 26 años debido a una puta enfermedad, pero para mí murió hace pocos días, y eso se tarda en asimilar.
Jamás le escribí una canción, porque en aquellos tiempos yo no sabía escribir letras, empecé justo unos meses después. Sirva hoy esta canción como homenaje.
Vivirá siempre en la canción.
viernes, 29 de mayo de 2009
Comienzo de una andadura
Hace tiempo que me dedico a enviar por email a los amigos distintas historias que he ido viviendo relacionadas con la música, a veces sobre alguna canción, sobre algún concierto, sobre algún trovador.
A partir del mes de Noviembre de 2008, a mi vuelta de México, incorporé a dichos envíos a un nuevo amigo, llamado Alfredo Saras, que regenta una de las peñas (locales donde se puede ir a tomar una copa y a escuchar música, a la vez que incluso se puede cenar) que hay en México, concretamente en Guadalajara (Jalisco), el local es el mítico "Rojo Café", uno de los mejores lugares que hay en México para ir a escuchar música.
Alfredo es un gran tipo y desde el principio me ha animado a que publicara mis escritos y reflexiones en una web, es más, incluso él ya me dio el título para dicho lugar, "Crónicas de un Trova-Mundos", a él le gusta mi forma de contar las cosas, por lo que al final he decidido hacerle caso y después de decírmelo en bastantes ocasiones, me he dejado convencer y aquí estoy, dispuesto a iniciar una nueva andadura en este "trabajo" tan complicado que es escribir, dando forma a nuestros pensamientos y a nuestros recuerdos.
Gracias Alfredo, este espacio comienza gracias a ti.
Un abrazo.
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