sábado, 30 de mayo de 2009

Puedo ver


Aún recuerdo la primera vez que entró por la puerta en clase de guitarra, era el mes de Octubre de 1976. Yo había estado perdiendo el tiempo en aquella clase durante algo más de un año, en el que no había aprendido absolutamente nada, pero fue al verla a ella con su permanente sonrisa cuando empecé a tener interés en que dieran las 5 de la tarde de los martes y los jueves.

Durante el siguiente año aprendí casi todo lo que sé de guitarra, jamás había puesto antes tanto interés en ninguna otra cosa, como hice por intentar destacar para ella entre aquel nutrido grupo de alumnos.

La tarea fue dura, pero conseguí que se fijara en mí. Después de un año de miradas y sonrisas, sin apenas habernos intercambiado una sola frase, una tarde del mes de Noviembre de 1977 nos besamos por primera vez, de la manera que se dan los primeros besos, con la timidez y la intensidad propias de aquella edad. Yo tenía 14 años y a ella le faltaban tres meses para cumplir los 13.

La última vez que hablamos fue tomando una cerveza años después, me contó que se había quedado embarazada y que había estado coqueteando con la mala vida, pero que por su hijo todo iba a cambiar, que estaba muy contenta y con ilusión por el futuro, se había ido a vivir fuera de Madrid. Hubo una siguiente vez, cuando nos cruzamos por la calle, ella ya con el carrito del niño y con sus padres, nos cruzamos una larga mirada durante algo más de un minuto, pero no nos hablamos, me imagino que seguía sin caerle bien a su padre y ella trató de evitar el encuentro.

La semana pasada, su hermano (un año menor que ella) apareció ante mis ojos en el “Facebook”, en cuanto me vió me añadió a la lista de amigos. Abrimos un chat, nos saludamos y le comenté que no sabía nada de su familia desde que hace unos 25 años me encontré con su hermana. “¿Qué hermana?”, me preguntó, “¡cual va a ser, Marisa!” le dije, a lo que me respondió “falleció en 1991”.

Han pasado 18 años desde que ella se marchó, poco antes de cumplir los 26 años debido a una puta enfermedad, pero para mí murió hace pocos días, y eso se tarda en asimilar.

Jamás le escribí una canción, porque en aquellos tiempos yo no sabía escribir letras, empecé justo unos meses después. Sirva hoy esta canción como homenaje.

Vivirá siempre en la canción.

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